EL LABERINTO
Divagaba por los bosques, la brisa era fresca y fría. Pero apenas podía percibirlo, pues mi percepción del clima se basaba en recuerdos de experiencias físicas.
El bosque era brumoso, había mucha neblina entre los árboles. Recorrer aquellos espacios me hacía sentir tranquila y curiosa. Tenía días que no viajaba de esta manera.
Días anteriores, mejor dicho noches anteriores, me había quedado dentro de mí misma, tratando de regenerarme de los cansancios del mundo de los despiertos.
Estando en el bosque, sabía que aquella neblina no podría ser muy buena para mi reflejo del otro lado. Así que busqué un lugar mejor resguardado donde estar.
Fue así que encontré una casa de piedra en medio de esta mar de árboles.
La casa tenía varios balcones y terrazas, en los que se veían varias macetas con plantas medicinales y demás hierbas que tienen fama de embrujos.
Ingresé en los interiores de la vivienda, era toda de piedra, y aunque en el exterior parecía abandonada, en su interior, si bien modesta, se veía limpia como si estuviera habitada.
¿Quiénes habitaban allí? No lo sabía, parecía no haber nadie.
Estuve recorriendo los pasillos y habitaciones de ese lugar, cuyo interior era inmenso. Descendí hasta un sótano, pero antes de ingresar una voz dijo:
- Este lugar no es lo que parece, pero mantiene dentro de lo posible esta forma, sin embargo cuando desciendas te encontrarás dentro de un laberinto. Cuya característica más curiosa es que puede reflejar sin esfuerzo lo que quieras ver en él, siempre y cuando sea un laberinto.-
Quise probar, porque esfuerzos conscientes consumen energía, pero poder distorsionar a voluntad sin esfuerzo, puede ser divertido.
Miré un momento la obscuridad del sótano, e imaginé aquellos laberintos de juego láser que alguna vez he tenido oportunidad de probar.
La habitación se comenzó a iluminar primero con luces neón, luego aparecieron las paredes y comenzaron a aparecer personas disfrazadas como si vinieran de un mundo futurista cybernético. Había mesas donde había cosas y chunches que no entendía pero iban bien con el lugar.
Fue muy agradable y sorprenderte observar como el laberinto se podía transformar conforme al pensamiento de quien lo contemplaba.
Sin embargo no deseaba invertir más tiempo en ese lugar. Deseaba contemplar las diversas plantas que había visto descansando en las terrazas, cuando aviste el lugar por primera vez.
Llegué a las terrazas y había luz cálida en el lugar. Como siempre una luz que proviene de ningún lado. Porque al notar este detalle, busqué lo que sería el Sol en los despiertos.
Pero no había Sol, solo una inmensidad gris, obscurecida por los árboles que todo lo cubre. La luz nacía en un punto que se desvanecía hacia la inmensidad, pero su rayo cálido se formaba perfectamente. Como si fuera una luz artificial, pero sin bombillo ni procedencia.
Estuve con cada una de las plantas, revisándolas a ver si podía identificar alguna, como la manzanilla, el romero, azafrán, etc. Pero no reconocí ninguna.
Sin embargo las plantas me parecían peculiares, era como si encerrado dentro de ellas hubiera algo, algo que no era una planta.
La mirada de un niño me distrajo. No me había percatado de cómo había llegado, ni que hacía allí. Tendría once años iba descalzo y vestía unas ropas viejas y raídas.
Me acerqué a él y con el pensamiento pregunté “¿Hablas?”
Por respuesta solo recibí una frecuencia distorsionada de su pensamiento, como si no fuera capaz de pensar por sí mismo, como si no pudiera emitir ningún pensamiento inteligente, sin embargo era como si se esforzara por lograrlo.
Regresé a la contemplación de las plantas que me intrigaban mucho. Traté de conectarme con su corriente de energía. En efecto no eran plantas. Pero… ¿Qué eran?.
No podía leer en ellas, porque había algo que lo impedía, algo que funcionaba como una ley a la cuál ellas no se resistían.
Poco a poco, fui descubriendo que lo que estaba encerrado en esas plantas eran las almas de niños.
(Esto no lo pensé en su momento, pero ahora que me detengo a reflexionar un poco, y gracias a haberlo escrito en este espacio, los árboles de la experiencia anterior encerraban secretos, estos encierran niños… algo debe de significar esto)
Traté de enlazarme con los niños, pero no había caso, no estaban ni dormidos ni despiertos, estaban suspendidos. No había pensamientos ni flujos de energía, estaban atrapados y parecían haber olvidado lo que era ser en un estado diferente. Eran prisioneros eternos, voluntarios, al menos por ahora.
No sabía si quería liberarlos o no. Estaba haciendo esta pregunta, ya que no había ningún deseo legítimo de mi parte por tomar acción o inacción.
De pronto un pensamiento colectivo, que emanaba de las plantas susurro “Las ratas”
El barrer de una escoba me trajo de vuelta de mis pensamientos. Al asomarme por la terraza, contemplé a una niña de igual 11 -12 años, que se encontraba realizando la actividad.
Ella era la responsable de que el lugar estuviera limpio y ordenado.
Me trate de conectar con ella -¿Quién eres?-
Ella giro su cabeza y me miro con furia. No emitió ninguna respuesta. A diferencia del otro niño, ella podía emitir vibraciones inteligentes, pero sus pensamientos, por ley desconocida, no se podían transmitir en pensamientos coherentes.
Sin embargo envío una ráfaga de energía que podía ser entendida aún sin coherencia. Ella estaba enojada, estaba furiosa, era una esclava forzada, llena de ira. Había cierta alegría amarga de que me encontrara en ese lugar.
Esa ráfaga me hizo retroceder y tambalear, era demasiado potente, demasiado enojo del verse preso. Cuando caí al piso me percaté de mi forma. Era yo también un infante al igual que ellos, al igual que las plantas. Era una presa.
Volví a mirar por la terraza hacía donde estaba la niña. Ella me sonrió con malicia, y por primera vez sus pensamientos tuvieron coherencia.
Solo sentí como se proyectó con fuerza violenta hacia mí. Como una bestia que arremete contra la jaula que la contiene.
Todo se hizo obscuridad por un instante, cuando todo regresó, estaba nuevamente en el sótano.
Pero ahora había rodeado una inmensa sombra que se movía lenta y se arremolinaba como humo de cigarro.
Esa sombra pertenecía a una entidad, un ser que era libre y podía emitir pensamientos coherentes, estaba además deleitada.
No contesté, pero sabía que aquella entidad podía leer en mis emociones y estados. Por lo que seguramente se dio cuenta de mi preocupación de verme atrapada en su guarida.
- Solo hay una manera de que salgas de aquí sin daño.
Dentro de mi laberinto hay 3 objetos que me son de suma importancia, si los destruyes antes de que el tiempo que te concedo acabe, podrás retirarte. Pero si el tiempo se agota, si no destruyes los objetos o si te atrapo. Me pertenecerás y serás uno más de mis trofeos.-
Iba a replicar, iba a ser pensamiento, pero no había ni replicas ni preguntas. Era ella la inmensidad del lugar, la ley que idiotizaba al inteligente, cerraba la boca del que tuviera extraordinaria voluntad y hacía dormir a los que habían deseado ser libres.
Me apresuré a buscar dentro del laberinto, los objetos de importancia. Aquella sombra espesa se quedó en el mismo lugar. Riendo y disfrutando, me concedía cierta ventaja para que su juego le fuera más entretenido.
Estando en el laberinto, todo cobró la forma y coherencia de la casa que había contemplado en la superficie. Había inmensidad de habitaciones y pasillos y todos ellos estaban repletos de diversos objetos. Muñequitas de madera, floreros, sillas rotas, platos gigantes etc.
Pero nada parecía importante. De pronto recordé “Las ratas” que habían mencionado los niños atrapados en plantas. Todo en el laberinto reflejaba objetos inanimados, lo que estaba buscando era destruir algo “vivo” y eso serían las ratas.
La sombra había ya ingresado en el laberinto para buscarme. Mientras desesperada trataba de ver a las ratas mencionadas. De pronto de entre una pila de trastes aparece una rata grande y gorda.
Inmediatamente de un pensamiento la hago explotar en una masa roja.
Voy entre los pasillos, rápidamente buscando más. Hago explotar a otra, termino con una más y así voy. Mi pensamiento consciente cuenta 1, 2…3, 4… ¿Una quinta rata?
“…Cuya característica más curiosa es que puede reflejar sin esfuerzo lo que quieras ver en él”.
• Yo esperaba ver la casa materializada de esta entidad dentro del laberinto y el laberinto me mostro objetos y cosas que yo esperaría encontrar en el lugar.
• Había pensado en las ratas de las que hablaron las plantas, y las ratas se materializaron en un sin número de individuos porque mi pensamiento las seguía generando.
• Había deseado saber qué tiempo me quedaba, y afectada dentro del mundo de los despiertos, vi un reloj como el que hubiera esperado ver estando allá.
¿Cómo voy a saber lo que es importante para ella, cuando no he ingresado en su pensamiento? Dentro de esta cacería se unió la niña que había visto barrer, transformada en una entidad que no tuve mucho tiempo de razonar, pero que entorpecía y cerraba mi paso, para mayor deleite de su dueña.
Desesperada se me ocurrió una última idea. Si no podía ver el objeto de importancia, lo más sencillo de hacer era destruir todo lo que viera y encontrara a mi paso, de esta manera no habría fallo. Me expandí, comencé, como un huracán, a destruir todo a mi paso. ¿Y mi perseguidor? Se carcajeaba y se exaltaba con mayor júbilo de mi desesperación.
Volví a ver una vez más la imagen de la niña que se interpuso y todo se volvió negro.
Quedé en silencio unos momentos. Pero cuando comencé a recuperarme, aunque sentía mi torrente de energía intacto, ya no podía disponer de ninguna libertad, simplemente me había quedado quieta y muda ante mi captor.
Unas manos, que me parecieron de mujer, acariciaron mi frente haciendo a un lado lo que se sintió como un mechón de cabellos rizados.
Quise levantarme abruptamente para escapar, pero ya no era dueña de mí. Solo abrí mis ojos. Pero en lugar de unas manos de mujer lo que había era esa niebla obscura sosteniéndome.
No describiré mucho sobre lo ocurrido. Pero aquella sombra se manifestó en una forma que me era más familiar. Tomo la forma de una mujer blanca pelirroja, de cabellos largos y rizados, iba vestida con velos negros.
Comenzó a encerrarme (ahora era yo energía) dentro de una muñeca de porcelana que semejaba a un niño pequeño.
Antes de sellarme dentro del objeto, quiso charlar un poco conmigo. Pero estaba tan embriagada en su triunfo, que no podía siquiera ordenar sus pensamientos. Sin embargo me dio a entender que antes de apagar parte de mi esencia, deseaba hacer algo.
Me dejo sobre un mueble, se retiró a hacer no sé qué cosa. Pero yo comenzaba a desesperarme, de no poder salir y de verme esclavizada como la niña, o apagada con el niño. Me desesperaba y trataba de salir pero no había nada que pudiera hacer.
Quería llorar, sacar mi desesperación, no deseaba esperar a su regreso, porque había sentido en sus palabras algo siniestro que me preocupaba.
Regresó, me tomo en su regazo y desnudo el pecho de la muñeca. ¿Qué va a hacer, le va a poner un alfiler o un sello para tener que obedecerla forzosamente? ¿Va a hacerle algún daño?
Se quedó contemplando la muñeca, acariciando su rostro, como algo que me daba escalofríos.
Fue entonces que sentí que el pecho de la muñeca recibió un imparto, un daño. Pero el daño no venía de la mujer. Venía de más lejos.
La muñeca se quebró, todavía alcancé a ver a través de ella, los ojos el horror y disgusto de la mujer.
Giró bruscamente dejándome caer, fue entonces que me liberé.
Me deslicé tratando de alejarme tan pronto me fue posible, entonces sentí dos fuerzas que me tomaron y me llevaron a toda prisa lejos del lugar.
Las energías que me llevaban ahora, eran aquellas del niño y la niña que había visto pero ahora se habían liberado. Ya no tenían una forma humana, eran simplemente una masa energética que se fundía conmigo ayudándome, ayudándonos a ir tan lejos como nos permitieran nuestras fuerzas.
Durante el trayecto les pregunté
El niño contesto
Fue así que los tres nos separamos por diversos caminos, de regreso a nuestros hogares. Ni siquiera nos preguntamos si sería prudente liberar las almas apresadas, simplemente hicimos lo que más deseaba nuestros seres. Alejarnos definitivamente de su alcance.
El bosque era brumoso, había mucha neblina entre los árboles. Recorrer aquellos espacios me hacía sentir tranquila y curiosa. Tenía días que no viajaba de esta manera.
Días anteriores, mejor dicho noches anteriores, me había quedado dentro de mí misma, tratando de regenerarme de los cansancios del mundo de los despiertos.
Estando en el bosque, sabía que aquella neblina no podría ser muy buena para mi reflejo del otro lado. Así que busqué un lugar mejor resguardado donde estar.
Fue así que encontré una casa de piedra en medio de esta mar de árboles.
La casa tenía varios balcones y terrazas, en los que se veían varias macetas con plantas medicinales y demás hierbas que tienen fama de embrujos.
Ingresé en los interiores de la vivienda, era toda de piedra, y aunque en el exterior parecía abandonada, en su interior, si bien modesta, se veía limpia como si estuviera habitada.
¿Quiénes habitaban allí? No lo sabía, parecía no haber nadie.
Estuve recorriendo los pasillos y habitaciones de ese lugar, cuyo interior era inmenso. Descendí hasta un sótano, pero antes de ingresar una voz dijo:
- Este lugar no es lo que parece, pero mantiene dentro de lo posible esta forma, sin embargo cuando desciendas te encontrarás dentro de un laberinto. Cuya característica más curiosa es que puede reflejar sin esfuerzo lo que quieras ver en él, siempre y cuando sea un laberinto.-
Quise probar, porque esfuerzos conscientes consumen energía, pero poder distorsionar a voluntad sin esfuerzo, puede ser divertido.
Miré un momento la obscuridad del sótano, e imaginé aquellos laberintos de juego láser que alguna vez he tenido oportunidad de probar.
La habitación se comenzó a iluminar primero con luces neón, luego aparecieron las paredes y comenzaron a aparecer personas disfrazadas como si vinieran de un mundo futurista cybernético. Había mesas donde había cosas y chunches que no entendía pero iban bien con el lugar.
Fue muy agradable y sorprenderte observar como el laberinto se podía transformar conforme al pensamiento de quien lo contemplaba.
Sin embargo no deseaba invertir más tiempo en ese lugar. Deseaba contemplar las diversas plantas que había visto descansando en las terrazas, cuando aviste el lugar por primera vez.
Llegué a las terrazas y había luz cálida en el lugar. Como siempre una luz que proviene de ningún lado. Porque al notar este detalle, busqué lo que sería el Sol en los despiertos.
Pero no había Sol, solo una inmensidad gris, obscurecida por los árboles que todo lo cubre. La luz nacía en un punto que se desvanecía hacia la inmensidad, pero su rayo cálido se formaba perfectamente. Como si fuera una luz artificial, pero sin bombillo ni procedencia.
Estuve con cada una de las plantas, revisándolas a ver si podía identificar alguna, como la manzanilla, el romero, azafrán, etc. Pero no reconocí ninguna.
Sin embargo las plantas me parecían peculiares, era como si encerrado dentro de ellas hubiera algo, algo que no era una planta.
La mirada de un niño me distrajo. No me había percatado de cómo había llegado, ni que hacía allí. Tendría once años iba descalzo y vestía unas ropas viejas y raídas.
Me acerqué a él y con el pensamiento pregunté “¿Hablas?”
Por respuesta solo recibí una frecuencia distorsionada de su pensamiento, como si no fuera capaz de pensar por sí mismo, como si no pudiera emitir ningún pensamiento inteligente, sin embargo era como si se esforzara por lograrlo.
Regresé a la contemplación de las plantas que me intrigaban mucho. Traté de conectarme con su corriente de energía. En efecto no eran plantas. Pero… ¿Qué eran?.
No podía leer en ellas, porque había algo que lo impedía, algo que funcionaba como una ley a la cuál ellas no se resistían.
Poco a poco, fui descubriendo que lo que estaba encerrado en esas plantas eran las almas de niños.
(Esto no lo pensé en su momento, pero ahora que me detengo a reflexionar un poco, y gracias a haberlo escrito en este espacio, los árboles de la experiencia anterior encerraban secretos, estos encierran niños… algo debe de significar esto)
Traté de enlazarme con los niños, pero no había caso, no estaban ni dormidos ni despiertos, estaban suspendidos. No había pensamientos ni flujos de energía, estaban atrapados y parecían haber olvidado lo que era ser en un estado diferente. Eran prisioneros eternos, voluntarios, al menos por ahora.
No sabía si quería liberarlos o no. Estaba haciendo esta pregunta, ya que no había ningún deseo legítimo de mi parte por tomar acción o inacción.
De pronto un pensamiento colectivo, que emanaba de las plantas susurro “Las ratas”
El barrer de una escoba me trajo de vuelta de mis pensamientos. Al asomarme por la terraza, contemplé a una niña de igual 11 -12 años, que se encontraba realizando la actividad.
Ella era la responsable de que el lugar estuviera limpio y ordenado.
Me trate de conectar con ella -¿Quién eres?-
Ella giro su cabeza y me miro con furia. No emitió ninguna respuesta. A diferencia del otro niño, ella podía emitir vibraciones inteligentes, pero sus pensamientos, por ley desconocida, no se podían transmitir en pensamientos coherentes.
Sin embargo envío una ráfaga de energía que podía ser entendida aún sin coherencia. Ella estaba enojada, estaba furiosa, era una esclava forzada, llena de ira. Había cierta alegría amarga de que me encontrara en ese lugar.
Esa ráfaga me hizo retroceder y tambalear, era demasiado potente, demasiado enojo del verse preso. Cuando caí al piso me percaté de mi forma. Era yo también un infante al igual que ellos, al igual que las plantas. Era una presa.
Volví a mirar por la terraza hacía donde estaba la niña. Ella me sonrió con malicia, y por primera vez sus pensamientos tuvieron coherencia.
“Sí ella está aquí, y haré todo lo que esté en mi poder para atraparte, porque así se me ha comandado”
Todo se hizo obscuridad por un instante, cuando todo regresó, estaba nuevamente en el sótano.
Pero ahora había rodeado una inmensa sombra que se movía lenta y se arremolinaba como humo de cigarro.
Esa sombra pertenecía a una entidad, un ser que era libre y podía emitir pensamientos coherentes, estaba además deleitada.
-Pajarillo. ¿Qué buena fortuna te ha traído a deambular en mis territorios?
- Solo hay una manera de que salgas de aquí sin daño.
Dentro de mi laberinto hay 3 objetos que me son de suma importancia, si los destruyes antes de que el tiempo que te concedo acabe, podrás retirarte. Pero si el tiempo se agota, si no destruyes los objetos o si te atrapo. Me pertenecerás y serás uno más de mis trofeos.-
Iba a replicar, iba a ser pensamiento, pero no había ni replicas ni preguntas. Era ella la inmensidad del lugar, la ley que idiotizaba al inteligente, cerraba la boca del que tuviera extraordinaria voluntad y hacía dormir a los que habían deseado ser libres.
Me apresuré a buscar dentro del laberinto, los objetos de importancia. Aquella sombra espesa se quedó en el mismo lugar. Riendo y disfrutando, me concedía cierta ventaja para que su juego le fuera más entretenido.
Estando en el laberinto, todo cobró la forma y coherencia de la casa que había contemplado en la superficie. Había inmensidad de habitaciones y pasillos y todos ellos estaban repletos de diversos objetos. Muñequitas de madera, floreros, sillas rotas, platos gigantes etc.
Pero nada parecía importante. De pronto recordé “Las ratas” que habían mencionado los niños atrapados en plantas. Todo en el laberinto reflejaba objetos inanimados, lo que estaba buscando era destruir algo “vivo” y eso serían las ratas.
La sombra había ya ingresado en el laberinto para buscarme. Mientras desesperada trataba de ver a las ratas mencionadas. De pronto de entre una pila de trastes aparece una rata grande y gorda.
Inmediatamente de un pensamiento la hago explotar en una masa roja.
Voy entre los pasillos, rápidamente buscando más. Hago explotar a otra, termino con una más y así voy. Mi pensamiento consciente cuenta 1, 2…3, 4… ¿Una quinta rata?
¡¿Es una rata lo que verdaderamente estoy buscando?! ¡¿No sé habría ya acabado el juego al aniquilar a la tercera?!
Piensa, piensa. ¿Qué tiempo me queda?
Aparece entonces frente a mí un holograma de un reloj digital en el que los segundos van avanzando. Resonaron en mi mente el pensamiento de la primera visita
• Yo esperaba ver la casa materializada de esta entidad dentro del laberinto y el laberinto me mostro objetos y cosas que yo esperaría encontrar en el lugar.
• Había pensado en las ratas de las que hablaron las plantas, y las ratas se materializaron en un sin número de individuos porque mi pensamiento las seguía generando.
• Había deseado saber qué tiempo me quedaba, y afectada dentro del mundo de los despiertos, vi un reloj como el que hubiera esperado ver estando allá.
¿Cómo voy a saber lo que es importante para ella, cuando no he ingresado en su pensamiento? Dentro de esta cacería se unió la niña que había visto barrer, transformada en una entidad que no tuve mucho tiempo de razonar, pero que entorpecía y cerraba mi paso, para mayor deleite de su dueña.
Desesperada se me ocurrió una última idea. Si no podía ver el objeto de importancia, lo más sencillo de hacer era destruir todo lo que viera y encontrara a mi paso, de esta manera no habría fallo. Me expandí, comencé, como un huracán, a destruir todo a mi paso. ¿Y mi perseguidor? Se carcajeaba y se exaltaba con mayor júbilo de mi desesperación.
Volví a ver una vez más la imagen de la niña que se interpuso y todo se volvió negro.
Quedé en silencio unos momentos. Pero cuando comencé a recuperarme, aunque sentía mi torrente de energía intacto, ya no podía disponer de ninguna libertad, simplemente me había quedado quieta y muda ante mi captor.
Unas manos, que me parecieron de mujer, acariciaron mi frente haciendo a un lado lo que se sintió como un mechón de cabellos rizados.
Quise levantarme abruptamente para escapar, pero ya no era dueña de mí. Solo abrí mis ojos. Pero en lugar de unas manos de mujer lo que había era esa niebla obscura sosteniéndome.
- Ahora te encerraré, pero no lo haré igual que con las plantas que has visto. Tengo un recipiente más lindo para ti. –
Comenzó a encerrarme (ahora era yo energía) dentro de una muñeca de porcelana que semejaba a un niño pequeño.
Antes de sellarme dentro del objeto, quiso charlar un poco conmigo. Pero estaba tan embriagada en su triunfo, que no podía siquiera ordenar sus pensamientos. Sin embargo me dio a entender que antes de apagar parte de mi esencia, deseaba hacer algo.
Me dejo sobre un mueble, se retiró a hacer no sé qué cosa. Pero yo comenzaba a desesperarme, de no poder salir y de verme esclavizada como la niña, o apagada con el niño. Me desesperaba y trataba de salir pero no había nada que pudiera hacer.
Quería llorar, sacar mi desesperación, no deseaba esperar a su regreso, porque había sentido en sus palabras algo siniestro que me preocupaba.
Regresó, me tomo en su regazo y desnudo el pecho de la muñeca. ¿Qué va a hacer, le va a poner un alfiler o un sello para tener que obedecerla forzosamente? ¿Va a hacerle algún daño?
Se quedó contemplando la muñeca, acariciando su rostro, como algo que me daba escalofríos.
Fue entonces que sentí que el pecho de la muñeca recibió un imparto, un daño. Pero el daño no venía de la mujer. Venía de más lejos.
La muñeca se quebró, todavía alcancé a ver a través de ella, los ojos el horror y disgusto de la mujer.
Giró bruscamente dejándome caer, fue entonces que me liberé.
Me deslicé tratando de alejarme tan pronto me fue posible, entonces sentí dos fuerzas que me tomaron y me llevaron a toda prisa lejos del lugar.
Las energías que me llevaban ahora, eran aquellas del niño y la niña que había visto pero ahora se habían liberado. Ya no tenían una forma humana, eran simplemente una masa energética que se fundía conmigo ayudándome, ayudándonos a ir tan lejos como nos permitieran nuestras fuerzas.
Durante el trayecto les pregunté
- ¿Qué ha pasado?, ¿Qué es todo esto?
- Nosotros también habíamos participado en el juego de esta bruja. Un juego engañoso para atrapar almas. Solo que nosotros descubrimos antes la trampa.
- ¿Qué trampa?¿Dónde estaban los objetos de importancia para la bruja?
- Los objetos que ella dice hay que destruir son tres. Uno refiere a un Grimorio “Ni…” (no alcancé a retener el nombre. Y el otro es “….” (Era aún un nombre más complicado de retener). No puedes verlos en el laberinto, porque el laberinto te muestra lo que deseas ver. Pero nosotros solo deseábamos ver la salida del lugar, por eso pudimos ver claramente los objetos.
- ¿Cuál es el tercero?
- El tercer objeto es una trampa. Fuera de los dos grimorios la bruja no tiene apreció por nada que no sea. El reciente objeto de su captura.
- Lo que significaba que debía autodestruirme para poder salir, lo cual no es posible, porque entraría en una paradoja.
La niña dijo
- Yo no me di cuenta de ello, hasta que observé la cacería de la bruja. Sin embargo su interés es demasiado fugaz por aquellos que atrapa dentro de plantas.
- Pero una regla del juego es destruir los objetos antes de que termine el tiempo o ella te atrape.
- Dentro de su juego al descubrir la paradoja de este, eres libre del tiempo. El tiempo no puede continuar, porque no hay tal. Para nosotros el tiempo se detuvo. Sin embargo si fuimos prisioneros de ella. La hechicera silencio nuestros pensamientos y emociones para que no pudiéramos comunicarnos.
- Tú te convertiste dentro de su juego, para nosotros, el tercer objeto a destruir (la muñeca), ella aún no te había acallado, ni te había puesto los grilletes que a nosotros. Mantuvo por más tiempo su interés en ti. Lo que nos permitió liberarnos y liberarte. Vayámonos ahora tan lejos como nos sea posible, que cuando se calme la bruja intentará recuperarnos.
Fue así que los tres nos separamos por diversos caminos, de regreso a nuestros hogares. Ni siquiera nos preguntamos si sería prudente liberar las almas apresadas, simplemente hicimos lo que más deseaba nuestros seres. Alejarnos definitivamente de su alcance.