viernes, 15 de agosto de 2014

DOBLE CELEBRACIÓN


Caía una ligera llovizna, el sol se dejaba ver entre las nubes. Generando un ambiente tranquilo y alegre.
Caminaba junto a mi mejor amigo, tomada del brazo, disfrutando del ambiente.

-          -¿Sabes qué día es hoy?- dijo mirando con dulzura.

-        -  No… No soy de aquí.- respondí de manera instintiva.

-         - Ven, vamos a tomar el almuerzo-

Recorrimos algunas, calles, el lugar me resultaba peculiar, sus casas y avenidas me recordaban a las postales de ciudades europeas. Sin embargo me extrañaban aquellos matices azules que predominaban en el paisaje.
Llegamos hasta un restaurante, cuyo exterior parecía acogedor, pero al entrar revelaba un bullicioso ambiente. Si el exterior de la ciudad estaba bañado de luces azules, en el interior del edificio imperaban los tonos rojizos y ámbar.

El día era especial, había gran concurrencia, todos los comensales estaban alegres, charlando y disfrutando de la festividad.

Mi amigo se acercó a pedir una mesa, mientras yo curioseaba las cosas que vendían en el mostrador. Su interior rebosaba con todo tipo de chocolates y confites: manzanas acarameladas, trufas en forma de corazones, paletas de chocolate rojas por frente y negras atrás. -¿Negro?- Ya había deducido que la festividad a la que se refería mi amigo era el día de los enamorados. Por lo que está mezcla de colores me resulto sumamente extraña. ¿Qué tiene que ver el color negro con los enamorados?

Un mesero interrumpió mis cavilaciones ofreciéndome un caramelo propio de la festividad. Un perfecto corazón de azúcar color rojo, era tal la pureza que parecía más una figura de vidrio por la cual se podía ver el mundo de color carmín.

Por fin nos asignaron una mesa. A pesar de la festividad, no charlamos sobre ella. Había pasado ya mucho tiempo desde que nos vimos por última vez, deseábamos conversar sobre lo que había pasado, novedades del mundo, viejos tiempos. Yo estaba particularmente interesada en saber cómo había sido su vida en este lugar. ¿Qué has hecho? ¿Cómo llegaste a este lugar? ¿Dónde vives ahora?

No respondía directamente mis preguntas, pero en cada palabra y en cada gesto me procuraba una tranquilidad y protección que me hacían desistir de mis preguntas.

La comida era apetitosa, el menú constaba de una variedad de platillos en los que predominaban las pastas, tomates, quesos, salsas de tonos rojos y ocres, vinos, fresas, albaca y especias.

Comí hasta quedar satisfecha, nos quedamos en silencio, contemplando los juegos de luces de las gotas impregnadas en las ventanas, en una tarde que ahora era soleada.

-        -  ¿Por qué predominan tanto los colores rojo y amarillo?- dije terminando un silencio que se había prolongado por varios minutos.

-        -  Son propios de la celebración.- respondió con languidez.

-        -  Lo sé… me refiero a lo que simbolizan.-
Se volvió a hacer silencio, mi amigo miraba por la ventana aparentemente sin pensar en nada, suspendido en el tiempo.

-El amor es como la luz, es cálido y alegre…- contesto finalmente - Cuando es de pareja es joven y pasional. El color amarillo representa la luz que nace, el nuevo día que despierta, por lo que se usan tonos amarillos para decorar los ambientes en las festividades, que representan el amor que nace… el rojo como bien sabes es el color universal del amor y aquí debe de entenderse de la misma manera, no se limita al amor de pareja, si no al amor en general. La verdad es que para mí el amor no sería color rojo y amarillo, sino un profundo color azul, porque él azul me hace sentir …- no concluyó simplemente dejo escapar un suspiro.

- ¿Y porque hay algunas decoraciones en rojo y negro?-

Su sonrisa fue amplia, limpio su boca, hizo un además invitándome a levantarme de mi asiento sin decir nada más.

Nuevamente había evadido mis preguntas, pero no me sentía ofendida, por el contrario seguía bajo aquel influjo tranquilizante. Fui al mostrador para llevar algunas golosinas para cuando regresara a casa. Me entretuve un tiempo escogiéndolas.

Salimos por otra puerta del establecimiento hacía una gran plaza comercial. La luz comenzaba a extinguirse, curiosamente nadie caminaba en aquel lugar.

-          -¿Reconoces ese lugar? – dijo señalando un gran espacio café con una fuente que parecía abandonada.

-        -  Sí… he estado allí antes. Pero la fuente no lucía abandonada. Aunque es un lugar un poco obscuro la fuente generalmente tiene agua. ¿Cómo sabes que conozco el lugar?-

-      -    Te he visto pasar varias veces por allí. Cuando estás por llegar, la fuente renace, brota agua nuevamente. Es breve el tiempo que te veo pasar, es como si saltarás sobre la fuente para alcanzar un punto más elevado luego te desvaneces. A veces puedo saber hacía donde vas… Sé que frecuentas algunos lugares, otras veces simplemente no se hacía dónde te diriges.- nos detuvimos a contemplar el lugar – Cuando te retiras la fuente se detiene, me gusta quedarme a contemplar el agua que se queda, primero es cristalina, después toma un color esmeralda hasta que finalmente se evapora.

El lugar se obscureció un poco, la luz pronto se extinguiría – Debo regresar a casa.- contesté.

-         - Creo que puedes quedarte un poco más. Además estoy por contarte porque el color negro en esta festividad.

Continuamos caminando, conforme avanzábamos el lugar se tornaba más como un laberinto de muros y espejos.

-         - Si bien te he explicado que según la costumbre de este lugar el amor tiene una parte de luz. Tiene también su parte obscura. Este es el día de los enamorados, principalmente se celebra el amor de parejas que puede ser luz o tinieblas.
De toda esta gama de emociones que se celebra, hay historias sombrías; los celos, el egoísmo, el odio forman parte de la pasión.

Hace un tiempo hubo aquí una historia de amor, una de tantas historias de las que suelen contarse en muchas partes del mundo. Una historia de unos enamorados, que cuando su amor nació era todo luz y esplendor. La gente al mirarlos se imbuía de aquella luminosidad que irradiaban.

La muchacha era bastante guapa, y como en toda historia el enamorado comenzó a enfermarse de celos. Hasta que la asesino en este lugar.

Hasta allí la historia no tiene nada de extraordinario, una de tantas. Pero dicen que cuando la luz se extingue en este día, aparece su fantasma… probablemente eso tampoco sea poco común, pero dicen que quedo tan afectada por su homicidio, que se convirtió en un ser obscuro, si alguien vivo se encuentra con ella corre el riesgo de no regresar jamás. Porque ella le drenará de toda su energía vital, en venganza de la vida que para ella terminó tan pronto.

Dijo esto, y la luz se extinguió, todo quedó en semi penumbra. Giré sobre mí, observé los alrededores. Mi amigo se había desvanecido. La paz que había experimentado se esfumó. Estaba en medio de un laberinto del que no recordaba como regresar. Corrí por los pasillos, de tanto en tanto tropezaba con personas que miraban asustadas, algunos eran adultos, otros eran niños. Pero todos eran del mundo de los vivos, y estaban angustiados. Seguramente habían sabido de la historia que acababa de escuchar. Pero ninguno de nosotros hizo esfuerzo por salir en conjunto del lugar.

Finalmente al doblar un pasillo de espejos, encontré una puerta que daba hacía el exterior, donde brillaba la luz naranja de una farola. Iba apresurada para salir del lugar, aquella puerta me llevaría de regreso a casa. Antes de alcanzarla resonaron en mi mente las siguientes palabras “¿No quieres conocerla?”
.
Me detuve. Por un lado no quería encontrarme con aquel ser espectral, pero una parte de mí sentía curiosidad, un deseo de encontrarme con lo paranormal.

Estuve indecisa, si regresaba al laberinto estaba segura de que perdería mi oportunidad de regresar a casa de manera tranquila, me vería forzada a regresar abruptamente pagando el precio por ello.
La curiosidad me venció, me adentré nuevamente. Recordé la fuente, instintivamente sabía que aquella fuerza me ayudaría.

La fuente que había parecido abandonaba nuevamente estaba como la recordaba, llena de agua cristalina que reverberaba.

Brinqué hacía ella, vi un camino de agua que iba recorriendo todo aquel complejo hasta detenerse en un punto. Donde no había ni espejos ni muros, solo una estancia de suelo de mosaicos negros y blancos debajo de una gran cúpula de cristal.

Seguí aquel camino de agua, me había vuelto veloz y liviana. Podía ver a la gente seguir corriendo pérdida en ese lugar. Era inmenso, de no ser por esta ayuda, me habría perdido irremediablemente sin poder encontrar el camino de regreso al hogar.
Al final del camino el agua se estancaba, se veía sucia. Pero me había llevado hasta la salida del laberinto. Allí estaba ella.

No parecía ser del todo humana, su piel era gris como el mármol. Sus ojos resaltaban y semejaban piedras color pardo, so cabello era rígido conformado por lo que parecían ser innumerables varitas de madera.
Me miro, sus labios susurraron un número “868”. Se quedó inmóvil, no experimente ningún miedo. Miré a mi derecha, había una puerta para salir del recinto.

Cuando salí era de noche, la calle estaba llena de personas que iban y venían riendo, intercambiando obsequios, preparándose para las actividades nocturnas de la fecha.
-          ¿868? ¿Qué significará?

Un grupo de jóvenes paso riendo entusiasmados. No alcancé a escuchar bien lo que decían pero se referían a las actividades que se preparaban en el lado obscuro de la celebración, las cuales prometían ser bastante divertidas.
Aunque mi intención había sido regresar a casa, quería investigar lo que significaban aquellos números.
Hacía un poco de frío, las calles estaban llenas de charcos. De pronto una puerta con luces ámbar llamó mi atención.

#868.

La puerta era de estilo barroco con pequeñas ventanas que parecían mostrar el interior, pero del cual no se distinguía nada salvo una difusa iluminación ámbar. Ni siquiera tuve que tocar la puerta, en un abrir y cerrar de ojos me encontraba en el interior.
En lugar de arribar a un pasillo, me encontraba sentada y la puerta hacía las veces de ventana, había más personas junto a mí como si se tratase de un tren que no se movía.
El exterior se podía apreciar con claridad desde la puerta del lugar. Un grupo de niños pasó hablando del número “868”, buscando la puerta, pero uno de los mayores, les dijeron que aunque supieran el número no podrían encontrarlo, a menos que la dama espectral se los hubiera murmurado.
Después de unos minutos alguien se sentó a mi lado. Era mi amigo, sonriente como cuando se fue.

-       -   ¿Qué hacemos aquí?- pregunté.

-        -  Has tenido mala suerte de toparte con la enamorada. Las cosas habrían sido más sencillas si te hubieras topado con el  enamorado.

-        -  ¿Qué quieres decir?-

-       -   Qué nadie puede encontrar la puerta aunque sepa el número, porque solo la dama puede llevar a los vivos al mundo de los muertos.

-        - ¿Entonces que va a pasarme? …

Miré a las personas que estaban sentadas junto a mí, no me daba la impresión de que hubieran estado vivas. Todas esperaban algo, después de unos minutos las personas se recorrían algunos lugares e ingresaban por un pasillo donde los esperaba un doctor con una extraña máscara que impedía ver su rostro.

-       -   El doctor que ves allá, es el encargado de hacer las lobotomías. Lo que pasará es que te extirpará todos tus recuerdos y no saldrás de aquí.

-     -     Debes de estar bromeando…- respondí débilmente, había comenzado a apoderarse de mí el cansancio. – Eso que dices simplemente no puede ser- mis parpados comenzaban a sentirse pesados.

Se acercó un poco más hacía mí, descubrió uno de aquellos regalos que había visto a los transeúntes llevar, cuando me revelo su contenido dijo:
“¿Truco o Trato?”


FIN.